La historia de la tarta fraisier se remonta al siglo XVI en Francia, donde comenzó a tomar forma como una deliciosa creación culinaria. Su nombre proviene de la palabra francesa “fraise”, que significa fresa. Esta exquisita tarta es conocida por combinar dos elementos fundamentales: fresas frescas y crema pastelera.
El origen de la tarta fraisier se atribuye a la corte francesa, donde los chefs de la realeza buscaban constantemente nuevas formas de deleitar a sus majestades con platos únicos y sabrosos. La combinación de fresas frescas y crema pastelera en un pastel de capas se convirtió en una opción popular, aprovechando la temporada de fresas y realzando el sabor de esta fruta tan apreciada.
Con el paso del tiempo, la receta de la tarta fraisier fue evolucionando y refinándose. Se convirtió en una especialidad pastelera en Francia, siendo reconocida por su estética elegante y sabores refinados. La tarta consiste generalmente en dos o más capas de bizcocho genovés o sablé bretón, entre las cuales se coloca una generosa capa de fresas frescas cortadas en rodajas, cubiertas con crema pastelera o crema mousseline.
En el siglo XIX, la tarta fraisier ganó popularidad fuera de la corte y se extendió a pastelerías y hogares de toda Francia. La receta se popularizó aún más gracias a los libros de cocina y la difusión de la repostería francesa en todo el mundo.
Con el tiempo, la tarta fraisier ha experimentado variaciones y adaptaciones en diferentes culturas y regiones, incorporando ingredientes locales y técnicas de repostería propias. Sin embargo, la esencia de esta delicia siempre ha sido la combinación perfecta entre las jugosas fresas y la suavidad de la crema, que continúa deleitando a los amantes de la repostería en todo el mundo hasta nuestros días.
Hoy en día, la tarta fraisier se considera un clásico de la pastelería francesa y sigue siendo apreciada por su sabor fresco y delicioso, convirtiéndose en un favorito en cualquier celebración o evento especial. Su rica historia y su arraigo en la cultura culinaria francesa hacen de la tarta fraisier un postre icónico que trasciende fronteras y se ha convertido en un símbolo de la excelencia gastronómica. Cada vez que disfrutamos de una porción de tarta fraisier, estamos honrando una tradición culinaria centenaria que ha perdurado a lo largo de los siglos.