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Danesas con guindas y crema pastelera

La historia de las danesas

Crujiente y tierna masa de cruasán de mantequilla rellena de crema pastelera y compota de guindas.

Las danesas, conocidas en Dinamarca como “wienerbrød” (pan de Viena), tienen un origen que se remonta al siglo XIX. Su historia comienza en 1850 durante una huelga de panaderos daneses. Para cubrir la demanda de pan y pasteles, los panaderos locales contrataron profesionales extranjeros, incluidos panaderos austriacos. Fue en ese momento cuando la repostería danesa comenzó a transformarse bajo la influencia de las técnicas de Viena, de donde proviene el nombre “wienerbrød”.

Uno de los artífices clave en esta transición fue el panadero austriaco August Zang, quien popularizó en París los productos de pastelería vienesa a mediados del siglo XIX. Zang y otros panaderos introdujeron el uso de la masa laminada con mantequilla, una técnica fundamental que da a las danesas su característica textura hojaldrada y crujiente. Esta innovación fue adoptada y perfeccionada por los daneses, creando una versión propia con rellenos dulces y salados.

Las danesas tradicionales se elaboran con una masa rica en mantequilla y levadura, que se dobla y se lamina varias veces, similar al proceso de los cruasanes. Sin embargo, las danesas se diferencian por sus formas variadas y la incorporación de rellenos como crema pastelera, mermelada, almendras y frutas confitadas.

Danesas con guindas y crema pastelera

En 1915, las danesas llegaron a Estados Unidos, introducidas por inmigrantes daneses. En ese país, las “Danish pastries” se volvieron extremadamente populares, y con el tiempo, surgieron variaciones adaptadas al gusto americano, con glaseados y sabores más dulces.

Una figura notable en la popularización de las danesas en Norteamérica fue Lauritz Kløver, un panadero danés que abrió una panadería en Nueva York a principios del siglo XX. Su versión de la repostería danesa atrajo a grandes multitudes, contribuyendo a su consolidación en el mercado internacional.

Hoy en día, las danesas son un símbolo de la repostería danesa y se disfrutan en todo el mundo. Su historia refleja la fusión de culturas y técnicas, convirtiéndolas en un deleite que trasciende fronteras. La autenticidad y calidad de una buena danesa reside en el arte de laminar la masa y el equilibrio perfecto entre el crujiente exterior y el suave interior, una tradición que perdura desde hace más de 150 años.