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Far Breton

La historia del Far Breton

Fina y aromática masa flaneada con notas de vainilla y ron rellena de ciruelas pasas al brandy.

El Far Breton es un postre tradicional de la región de Bretaña (Bretagne), en el noroeste de Francia. Su nombre proviene de la palabra bretona farz forn, que significa literalmente “harina al horno”. Se trata de una especie de flan espeso elaborado con huevos, leche, azúcar y harina, al que tradicionalmente se le añaden ciruelas pasas (pruneaux d’Agen), aunque esta última incorporación no formaba parte de la receta original.

El origen del Far Breton se remonta al siglo XVIII, cuando se popularizó entre las clases trabajadoras del interior de Bretaña, especialmente en las zonas rurales del departamento de Finistère. En sus comienzos, el far era una preparación salada, parecida a una gachas horneadas, que los campesinos bretones comían como parte de su dieta básica. Con el tiempo, la receta fue evolucionando hacia una versión dulce, especialmente cuando el azúcar y la vainilla comenzaron a llegar a las zonas rurales a través del comercio marítimo desde Nantes.

Durante el siglo XIX, el Far Breton se convirtió en un postre habitual en las mesas bretonas, tanto en contextos domésticos como en celebraciones religiosas y festividades populares. La versión con ciruelas pasas comenzó a popularizarse en este período, especialmente gracias a los intercambios comerciales con la región de Agen, conocida por sus pruneaux. Esta variante tenía la ventaja de conservarse mejor durante más tiempo, lo que la hacía ideal para marineros y familias campesinas.

Far Breton

Aunque no hay un creador individual documentado, la receta fue transmitida de generación en generación y ganó notoriedad gracias a su difusión oral y, más tarde, por su aparición en libros de cocina regionales. Uno de los primeros registros escritos del far dulce aparece en el libro La Cuisine de Madame Saint-Ange, publicado en 1927, aunque sin la inclusión de frutas. La incorporación de frutas secas ya era una práctica extendida por entonces en la cocina doméstica bretona.

La ciudad portuaria de Douarnenez, en la costa atlántica bretona, es una de las localidades tradicionalmente asociadas con la popularización del Far Breton moderno. Allí, en las panaderías artesanales, se perfeccionó la textura espesa y cremosa que hoy se considera característica del postre. En los años 1960 y 70, el Far Breton comenzó a ganar presencia fuera de Bretaña, convirtiéndose en un símbolo gastronómico regional apreciado en todo el país.

Hoy en día, el Far Breton es considerado uno de los emblemas de la repostería regional francesa, al nivel del kouign-amann o el clafoutis. Su preparación sigue siendo muy valorada por su sencillez, su historia campesina y su profundo arraigo cultural. Aunque hay muchas variaciones modernas con manzanas, peras o incluso ron, el auténtico Far Breton se sigue reconociendo por su masa densa, horneada lentamente, y sus ciruelas pasas enteras, dispuestas como pequeñas joyas en el corazón del pastel.