La pastiera napolitana es una tarta emblemática de la ciudad de Nápoles, en el sur de Italia, cuya receta se transmite desde hace siglos como parte esencial de la repostería tradicional de Pascua. Esta delicia, elaborada con trigo cocido, ricotta, huevos, azúcar, agua de azahar y frutas confitadas, hunde sus raíces en las antiguas celebraciones paganas dedicadas a la diosa Ceres, protectora de los cultivos. En aquellas fiestas primaverales, el trigo mezclado con leche y miel se ofrecía como símbolo de fertilidad y renacimiento, lo que marcaría el inicio simbólico de la pastiera.
Con la llegada del cristianismo, estas prácticas se reinterpretaron dentro del calendario litúrgico, y la pastiera pasó a ser un postre típico de Semana Santa, preparado especialmente el Jueves Santo para ser degustado el Domingo de Resurrección. Esta tradición se mantiene viva en muchos hogares napolitanos, donde se considera que dejar reposar la tarta varios días potencia su sabor y su textura, logrando un equilibrio perfecto entre sus ingredientes.
La receta fue perfeccionada en el Monasterio de San Gregorio Armeno, en pleno corazón de Nápoles, donde las monjas benedictinas añadieron un toque refinado al postre original. Se cree que fueron ellas quienes incorporaron por primera vez el agua de azahar —que aporta ese perfume floral tan característico— y las tiras cruzadas de masa en la parte superior, que no solo decoran, sino que también evocan los símbolos solares de la antigüedad y el renacimiento cristiano.
Un dato curioso y profundamente simbólico de la pastiera es su relación con el número 7, considerado en la tradición cristiana como un número de perfección. La receta clásica incluye siete ingredientes principales: trigo, ricotta, huevos, azúcar, agua de azahar, frutas confitadas y canela. Esta cifra representa tanto la completitud espiritual como los siete días de la creación, lo que refuerza el carácter pascual y sagrado del postre.
El escritor y etnógrafo napolitano Francesco De Bourcard, en su obra de 1853 “Usi e costumi di Napoli e contorni descritti e dipinti”, ya destacaba la importancia de la pastiera como parte del patrimonio culinario de Nápoles. Su texto refleja cómo esta tarta había trascendido las cocinas conventuales para convertirse en una receta presente tanto en casas humildes como en los banquetes de la nobleza napolitana.
Hoy en día, la Pastiera Napoletana no solo es un símbolo de la repostería italiana, sino también una auténtica expresión de identidad cultural y devoción popular. Su receta ha sido registrada por asociaciones gastronómicas para proteger su autenticidad, y continúa siendo el alma de muchas mesas en Pascua. Probar una pastiera es saborear siglos de historia, tradición y espiritualidad en una sola porción.