Los sticky buns, también conocidos como “Schnecken”, tienen sus raíces en la tradición de la panadería alemana. Su origen se remonta a la Edad Media, donde se preparaban bollos de masa dulce con ingredientes locales como miel, nueces y frutas. Estos bollos evolucionaron con el tiempo, y a medida que la receta se transmitía de generación en generación, se adaptaron a las preferencias y disponibilidad de ingredientes en diferentes regiones.
Durante la expansión europea hacia América del Norte, los colonos llevaron consigo sus recetas y técnicas de panadería. En Estados Unidos, los sticky buns se popularizaron en el siglo XVIII, especialmente en las comunidades alemanas y holandesas. La adición de azúcar moreno y nueces pecanas se convirtió en una característica distintiva, creando la pegajosidad característica que los hace irresistibles.
A medida que los sticky buns se volvieron más populares en Estados Unidos, diferentes regiones desarrollaron sus variantes únicas. Algunas versiones incorporan canela, pasas o incluso caramelo, añadiendo más capas de sabor a este manjar dulce. Con el tiempo, los sticky buns se convirtieron en una especialidad de la repostería estadounidense y son apreciados en todo el país como un delicioso desayuno o merienda.
Hoy en día, los sticky buns han trascendido las fronteras nacionales y se han convertido en un plato apreciado en todo el mundo. Las recetas varían, pero la esencia de estos bollos pegajosos perdura, recordándonos su rica historia y la habilidad de la humanidad para transformar recetas simples en delicias irresistibles.