La historia de los Wienerbrød

Los wienerbrød, que literalmente significa “pan de Viena”, tienen sus raíces en Dinamarca, a pesar de que su nombre pueda sugerir que su origen se encuentre en Viena, Austria. En el siglo XIX, los panaderos daneses se inspiraron en la pastelería vienesa durante sus viajes a la capital austríaca. Al regresar a su país, intentaron recrear las técnicas y recetas que habían aprendido en Viena, dando origen a los wienerbrød.

Aunque su origen es danés, los wienerbrød incorporan influencias vienesas en su elaboración, como la técnica de hojaldre y la combinación de masas y rellenos diversos. Sin embargo, los daneses adaptaron estas influencias a su propia tradición culinaria, lo que resultó en un producto único y delicioso.

A lo largo del tiempo, los panaderos daneses desarrollaron una amplia variedad de rellenos y formas para los wienerbrød. Algunos rellenos populares incluyen crema de almendra, crema de vainilla, frutas, nueces y chocolate. Las formas varían desde trenzas retorcidas hasta pasteles rellenos y diseños geométricos creativos.

Uno de los tipos más populares de wienerbrød en Dinamarca es el “kringle”. Se trata de una especie de trenza rellena con ingredientes dulces como canela y azúcar, a menudo decorada con almendras picadas y glaseado. Los kringles son especialmente apreciados y se sirven tradicionalmente en ocasiones especiales y junto con el café danés.

Los wienerbrød se han convertido en un símbolo importante de la cultura de la pastelería en Dinamarca. Son apreciados en todo el país y se disfrutan en diversas festividades y celebraciones, como el desayuno de Navidad.

A medida que se extendía su popularidad, los wienerbrød se exportaron a nivel internacional y se dieron a conocer en todo el mundo. En muchos lugares, se les llama simplemente “danishes”. Estos deliciosos bollitos se pueden encontrar en panaderías y cafeterías de innumerables países, y son una exquisitez que se disfruta en diversas culturas.