La “Coca de San Juan” es una deliciosa receta tradicional que se ha convertido en un símbolo de la festividad de San Juan en diferentes regiones de España. Esta celebración tiene sus raíces en las antiguas festividades paganas que conmemoraban el solsticio de verano y, con la llegada del cristianismo, se fusionaron con la festividad del nacimiento de San Juan Bautista. La coca, como se le llama coloquialmente, representa la transición del solsticio y marca el inicio del verano, lo que la convierte en un elemento especial de la cultura local.
La coca es un tipo de pastel o masa dulce que se elabora con una base de masa fermentada, similar a la de una masa de pan. Sin embargo, a lo largo de los años, se han desarrollado distintas variantes y adaptaciones de la receta, dependiendo de la región y las preferencias locales. Algunas cocas están hechas con masa hojaldrada, mientras que otras pueden llevar añadidos como crema pastelera, cabello de ángel, frutas confitadas, piñones, frutos secos o incluso ingredientes salados, como atún y verduras.
Durante la festividad de San Juan, las panaderías y pastelerías se llenan de cocas de diferentes tamaños y sabores para satisfacer los gustos de los lugareños y turistas. Es común que las familias se reúnan para compartir una coca durante la noche del 23 de junio, y también se disfruta durante todo el día del 24 de junio, que es el día oficial de San Juan.
Cada región tiene su propia tradición y estilo en la elaboración de la coca, lo que la convierte en un producto de identidad local. En Cataluña, por ejemplo, es común que la coca se prepare con piñones y frutas confitadas, mientras que en Valencia se caracteriza por llevar azúcar y corteza de limón. En Mallorca, las cocas de San Juan son famosas por su forma redonda con un agujero en el centro y están cubiertas de azúcar glas y frutas confitadas.
La coca de San Juan no solo es un postre delicioso, sino también un símbolo de convivencia y unión durante las festividades de San Juan. La tradición de compartir este dulce con amigos y familiares durante la celebración se ha mantenido a lo largo del tiempo y sigue siendo una práctica arraigada en la cultura española. Es un ejemplo de cómo la gastronomía local puede estar profundamente conectada con las tradiciones y la historia de una región, y cómo la comida puede servir como medio para celebrar y compartir momentos especiales con nuestros seres queridos.