El kugelhupf tiene un origen que se entrelaza con la historia cultural de Europa Central, especialmente en regiones como Alsacia, en Francia, Austria y el sur de Alemania. Aunque no existe una fecha precisa de su creación, se sabe que este dulce data, al menos, del siglo XVII, con menciones en registros de pastelería europea. Su característica forma de rosca, lograda con un molde especial, se cree que simboliza el turbante de un Rey Mago, reflejando la influencia de tradiciones navideñas y cristianas en su diseño.
En Alsacia, el kugelhupf se asoció con celebraciones importantes y se consolidó como un emblema culinario de la región. Se elaboraba para eventos especiales como bodas o festividades religiosas, mostrando la riqueza de la repostería alsaciana. La versión más conocida incluye pasas, almendras y, ocasionalmente, un toque de brandy o ron, ingredientes que también apuntan a una influencia árabe debido al uso de especias y frutos secos, herencia de la expansión musulmana por Europa durante la Edad Media.
Durante el periodo barroco, el kugelhupf adquirió relevancia en la corte de Viena, popularizado por la emperatriz María Teresa y su entorno aristocrático. Su fama llegó incluso a figuras literarias como Goethe, quien disfrutaba de este postre en sus visitas a regiones germánicas. En este contexto, el kugelhupf representaba tanto lujo como tradición, manteniendo su lugar en la mesa de las élites y de las familias rurales.
El kugelhupf está relacionado también con la introducción del molde “bundt” en América, gracias a inmigrantes europeos en el siglo XIX. Este molde, con su chimenea central, asegura una cocción uniforme y ha permitido la creación de muchas variantes de este dulce, tanto en Europa como fuera de ella. A lo largo de los años, su preparación se ha mantenido fiel a los principios de una masa enriquecida con levadura, huevos y mantequilla.
Aunque los orígenes exactos del kugelhupf se disputan entre Alsacia, Austria y Alemania, todas estas regiones han aportado matices únicos a la receta, reflejando su rica historia compartida. Hoy en día, el kugelhupf se considera un símbolo de la repostería centroeuropea, presente en celebraciones tanto cotidianas como festivas, y sigue evolucionando en nuevas interpretaciones tanto dulces como saladas.
El molde tradicional, fabricado en terracota o cerámica esmaltada, sigue siendo una parte esencial de su elaboración en Alsacia, donde el kugelhupf es reconocido como una parte del patrimonio cultural gastronómico local. Este molde no solo da forma al postre, sino que también simboliza la tradición y el arte de la panadería de la región.